El teatro en la enseñanza del idioma Español y la Literatura

Por Diego Leandro Marín Ossa. Docente de la Universidad Tecnológica de Pereira.
Desde una perspectiva educativa el teatro como otras artes y medios de expresión de la cultura, ha sido utilizado de diferentes maneras a lo largo de su historia social en occidente: ha servido como instrumento de control social e instrucción moral tanto en la antigüedad como en la edad media, también ha sido usado para evangelizar como sucedió en el proceso de colonización de América, en las misiones que aún se adelantan en diversos lugares del llamado tercer mundo y en los encuentros comunitarios que realizan diferentes religiones, sectas e iglesias. El procedimiento que permite un contacto directo entre actores y espectadores, hace que permanezca vivo y se dinamicen sus usos y apropiaciones culturales aún con el paso de los años. También es cierto que el teatro ha sido utilizado con fines de propagar determinada ideología: muestra de ello fue el teatro previo a la ilustración que alentó la insurrección ante el poder del clero y la monarquía, o en una época más reciente, la conformación del teatro de guerrillas en los años sesenta y setenta, en pleno furor de la contracultura no solo en Europa y Norteamérica. Para el caso de Latinoamérica se forjó el movimiento del Nuevo Teatro, fenómeno de vanguardias que aunque importó modelos en ocasiones estereotipados del arte dramático que se hacía en otras latitudes, aportó maneras de hacer teatro con referentes estéticos inquietantes para el momento y alimentó en términos políticos a los movimientos obreros, feministas y estudiantiles que sacudían al establecimiento. En otro sentido, el llamado teatro comercial, insertado en la industria del entretenimiento ha forjado una basta red para el intercambio de espectáculos, cuyos orígenes se remontan al circo romano, a la feria medieval y al deambular de las compañías que con el tiempo se han establecido en los circuitos comerciales de las metrópolis para garantizar su explotación mercantil. A grandes rasgos, el teatro y sus practicantes han sido comprados, alquilados, perseguidos, asesinados, exiliados, olvidados y admirados. Por todo esto es el arte más efímero, el más elemental, el más artesanal. Comprender sus orígenes y su naturaleza permite abordarlo en toda su dimensión expresiva, sin reducirlo a un mecanismo de control, de propaganda, moralizante o mercantil. Hoy vemos que todas estas formas de hacer uso del arte dramático sobreviven en múltiples proyectos administrados por organizaciones e instituciones de toda índole. Es necesario conocer la tradición y las fuentes desde las que se han configurado los elementos de expresión que le son propios. Hoy, el teatro sigue siendo considerado en muchos casos como un apéndice de la literatura, víctima del logocentrismo heredado de la ilustración. Pese a la exploración permanente de los artistas de las vanguardias de comienzos del siglo veinte, para identificar el lenguaje que le es propio más allá del texto escrito, la intrincada red de intereses de diversa índole, le han convertido en espectáculo visual, en una búsqueda por acercarse al lenguaje del cine y el uso de los efectos en los medios virtuales, en un recital monótono o en un experimento sin fin que la creación espontánea justifica como una manera de interpretar el relativismo cultural, como una actitud de quitarle el valor a todo para no dárselo a nada. Este se puede considerar como un síntoma de la ruptura que estamos viviendo en el combate por el dominio de la palabra y de la imagen. Lo que quiero plantear es que el teatro permite renovar el sentido de la palabra y de la imagen al mismo tiempo que la construye y la destruye. Si tenemos en cuenta los sistemas de expresión que confluyen en la puesta en escena: palabra hablada, escrita, imágenes sonoras, visuales, audiovisuales, mentales y sensoriales. La luz que define y expande espacios, los vestuarios, la utilería y los maquillajes, el tono de la voz, los gestos y posturas corporales, encontraremos la riqueza expresiva que experimentan actores y espectadores tanto en los procesos de las presentaciones como de los ensayos. En la experiencia que tengo como actor, dramaturgo y docente de teatro, tanto en escuelas, como en colegios y universidades de Risaralda, he encontrado tres modos de abordar el teatro como medio de enseñanza del idioma español y la literatura:
  • El teatro como medio para liberar la expresión oral y corporal.
  • El teatro como parte de la literatura y del conocimiento ordinario de la tradición literaria.
  • El teatro como texto sociocultural en el que confluyen variadas formas de saber, creación y transformación de la humanidad a lo largo, ancho y complejo de su historia.
Una cuarta integraría las otras tres, al punto de explorar caminos inéditos para la educación sin reducir el teatro a simple instrumento. Queda pues planteada la propuesta de conocer el origen social del arte dramático y su naturaleza, con el fin de dar mayor valor a su uso dentro y fuera del aula de clases, apropiando un medio de expresión con posibilidades muy amplias en el terreno de la pedagogía.
Fragmento de la ponencia presentada al 3er Encuentro de profesores de Español y Literatura, realizado en la Universidad Tecnológica de Pereira los días 1, 2 y 3 de Noviembre de 2006.

2 comentarios:

  1. este articulo me parecio muy interesante por que nos muestra esa forma de poder analizar el teatro mas a fondo, demostrando que es un medio de comunicación y una expresión que se puede dar de forma real o imaginaria, y que gracias a él han surgido nuevos proyectos como el cine y la television.

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  2. Gracias Indri Yirley por tu comentario, pronto aparecerán otros artículos publicados, espero que los puedas aprovechar.

    DIEGO LEANDRO MARÍN OSSA

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