Frutos de fuego, de Diego Leandro Marín Ossa.

Esta es una muestra del libro de poemas de Diego Leandro Marín Ossa que está en preparación, y se titula Frutos de fuego. Estos escritos los leerá el autor en el 4to Festival Internacional de Poesía Luna de Locos, organizado en Pereira por Giovanni Gómez. La gala de poesía tendrá lugar en el auditorio Jorge Roa de la Universidad Tecnológica de Pereira a partir de las 7pm.




Tras la puerta
Quedó una caja de cartón y en ella: el grito de un pájaro estrellado, una gota de hormiga, el sudor de la tarde, los zapatos abismales, mariposas que saltan con el perro, el pez sin pecera, la luna a tientas tras las cortinas, el muelle del olvido, la araña tejedora, un rincón de polvo, el gato que se encorva, la muerte en la avenida, la maleta en el zaguán y tu imagen dormida.

Happy end
No supo aceptar un abrazo de despedida, y en su cabeza aún escucha el toc – toc al que nunca dio respuesta. Pasados los días buscó sin descanso la huella de aquella mano, y su eco de madera le recordó otra vez la partida.
¿Cuántas veces sobre burdos troncos tallamos nuestra vida?, como ídolos sin credo ni trono alumbramos la melancolía. ¿Cuántos abrazos perdidos en la piel vagan a la deriva y entonces nada calma la desdicha?
Huyendo del horror y el abandono, el personaje de esta historia inventa un final cada día.


Pez de plata
Hay una orilla lejos de mis huellas, una pupila ausente en mi corazón, una nube de miradas sin luz en sus estelas, todo lo que fue un cielo iluminado, hoy se tornó oscuro. Cada hora la recorro a la deriva, y respiro una turbia desazón, por las calles cuando vago se silencian las piedras sobre el ardor de orines que han dejado los perros. Si me miro en los espejos no soy yo, y me hundo en el quejido para no perder la voz. En cada paso sufre mi alma vieja, como un volcán de agua sucia en un rincón del andén. El único sosiego que encuentro está en la noche, y en el eterno viaje sideral de un corazón dolido que busca un lugar de consuelo entre la luna y el sol.


En tu día
Solo tú decides el valor de la lluvia sobre el campo lejano y la ciudad que caminas, cuando el agua abre el surco y tapona la avenida. Como el vendaval que te sacude, sabes que en el comercio que transitas se trituran dinero, polvo, sudor y vida. Tras la lluvia esperas que llegue un corazón cubierto en papel seda, y al final del aguacero, en medio de esa gente desconocida y húmeda, penetras el rio de miradas iluminadas a veces y a veces decaídas, entonces te deslizas hacia lo que te queda de hogar para destapar un recuerdo. Es cuando comprendes que tierra y agua, que todo en el mundo se detuvo para que disfrutes las migajas de tiempo.


Todo lo posible
Escucha mis palabras que son de mar y arena, vibran en el caracol de la oreja, en el gesto de las manos y en el rastro de los pies que escriben historia. Lee mis labios, ¿acaso si la soledad te llega con la marea, tu muelle se colma de visitantes, extranjeros como recuerdos?, de ese desamor quizá nadie te rescate y quedes a la merced de esa casa vacía y enorme que devora tus días. Deja entonces que todo siga su curso y observa el paso de la vida: verás como las lagartijas tras la puerta, las hormigas en la mesa y las bacterias de las frutas labran su destino. Descuida que todo eso pertenece a otro cielo, pero tu sigues aquí y lates bajo la sombra del hastío. Aún en las ruinas de la vida, permite a tus pulmones que bajo el sol se llenen de mundo, pues cada corazón solitario es el testimonio de libertad que extraviada perteneció a otros. Ahora es tuya, tu mayor tesoro. Eso sí, mantén alerta la mirada y agudiza el oído que en cualquier instante, de pronto en lo más sutil se revela la belleza de la que te gusta ser su esclavo.


A través de la distancia
Encuentro en ti un océano de fuerza que se debate entre acantilados, por el torrente de coyotes que se desprenden de colinas rosadas, aferrados sin renuncia a la superficie burda de las piedras hasta disolverse entre la espuma. Vas huyendo con tu galope de sirena y dejas la flor sin fuerza, luego resucitas en tu carruaje de violetas, te alejas por la noche iluminada con tu presencia, y abandonas una isla de secretos que naufraga en tus ojos. Cuando miro en la distancia ese cuerpo erguido, que ha sido mío se calman las aguas, ya no es cruel la espera.
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2 comentarios:

  1. Quizá mas que un comentario en esta ocasión quiero acercarme a este medio para afrecerle mis más sinceras felicitaciones por su enorme talento, considero que sus poesias son tan bellas como profundas. Me gusta mucho como escribe y considero que es admirable la pasión con la que plasma su aprecio por la soledad -en el buen sentido-, esa soledad que se convierte en una compañera tan leal y
    productiva que sientes temor de perderla.

    ...JULIÁN MENDOZA MARTÍNEZ

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  2. Interesante, este profesor lo cito en mi tesis de maestría.

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