La república desconocida...


Seis bustos en busca de autor

Texto de Diego Leandro Marín Ossa, con fotografías de Jackelin Castaño Cadavid.


Ellos son seis, en diferentes latitudes de la ciudad permanecen al aire libre y a la vista de todos. De rasgos masculinos, perfiles ilustres y sin extremidades, los bustos que en otra época fueron símbolos de la tradición cívica de la ciudad, hoy fungen como objetos decorativos, un grupo de piezas que hacen parte del paisaje urbano, los parques y las avenidas donde se encuentran emplazados. Hacia 1995 el maestro Manuel Guillermo Cantor Sánchez (q.e.p.d.), registra en las páginas del texto Arte público en Pereira, la existencia de los retratos escultóricos: Benito Juárez (1), Rafael Uribe Uribe (2), Oscar Terán (3), Jorge Eliecer Gaitán (4), Jorge Roa Martínez (5) y Juan Pablo Agudelo (6), como memoria visual de lo que hoy se podría denominar la república desconocida.


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Estas figuras hacen parte del arte público, el cual se ha utilizado desde la antigüedad en imperios, reinos y ahora en las repúblicas como refuerzo simbólico de autoridad. Entre otras cosas ha cumplido con una función referencial con respecto a los poderes dominantes y al régimen establecido. Pero si los bustos de próceres de la independencia hacen parte del paisaje urbano desde el siglo XIX en Latinoamérica, como un fruto icónico de las revoluciones que abren camino a la modernidad y al desarrollo capitalista, sus antecedentes se remontan a los retratos escultóricos de los etruscos y los romanos, quienes usaron la mascarilla funeraria y las imagines maiorum, en las que en lugar de plasmar al héroe idealizado como sucede en los bustos, en estas se perpetuaba al mortal cuyo ser se diluía bajo la sutil crónica de una vida: cicatrices, rasgos y cada pliegue de la piel daban forma al testimonio de su existencia.

Tal es la fuerza espiritual de las imágenes profanas y divinas usadas en la antigüedad, que España recibe esta herencia y la trae a las Américas, junto con otras formas de conquista y colonia del pensamiento visual, que en últimas se constituyeron en íconos de cohesión social, en ocasiones como lugares de confrontación política y formas de representar a ciudadanos modelo, cuyas vidas sirvieron de guía a las generaciones de antaño, regidas por los valores éticos y políticos dominantes.

Hoy en Pereira pocos recuerdan los nombres, las fechas, los autores de los bustos y lo que representan. No es claro que institución se encarga de su mantenimiento, aunque sea para conservarlos en el museo de los olvidados. No existe entidad alguna que responda por este patrimonio cultural. Por otro lado la ciudadanía ya no sabe qué valor albergan estas obras, o por lo menos ya no lo recuerdan. En cuanto al estado de conservación de los bustos, uno de ellos está cubierto por hongos, tres se encuentran rayados con pintura, y dos están emplazados sobre pilas de ladrillos sin un concepto plástico que concuerde con dichas obras, con el tiempo han quedado a la deriva como piedras abandonadas. Tan solo el busto de Jorge Roa se encuentra en buen estado y en un lugar digno de lo que representa, ubicado en una plazoleta al interior de la Universidad Tecnológica de Pereira. Aún así, entre los seis, el de Benito Juárez es el único que tiene una placa que explica en parte el significado que posee.

Si es que estas imágenes ya no representan lo que significaron en otro tiempo cabe preguntarse: ¿acaso aquellos ídolos cívicos y republicanos representados en los seis bustos de Pereira, se han desvanecido en la memoria urbana que les otorgó un sentido en los actos cívicos, conversaciones y publicaciones de otra época? Lo que es cierto es que cada retrato escultórico fue creado para rendir tributo a seis benefactores de una sociedad que, independiente de las contradicciones de la condición humana, soñó con un mundo libre, fraterno y justo, y es posible que al ubicarlos en diferentes lugares de Pereira, sirvieran de testimonio para indicar en aquella época, que en el corazón cívico de Colombia, existe una tierra cuyo refugio acogió a seres de toda condición. Una mirada breve sobre lo que representa cada escultura así lo indica:



Benito Juárez (1806 – 1872), su busto fue ubicado en 1958 en la Av. 30 de agosto entre calles 32 y 33. Desde comienzos del siglo XIX su extensa carrera política lo llevó a ocupar numerosos cargos, entre ellos la presidencia de los Estados Unidos de México. El 2 de mayo de 1865 el congreso de los Estados Unidos de Colombia, le rinde homenaje disponiendo de su retrato en la Biblioteca Nacional en Bogotá y otras ciudades.



Rafael Uribe Uribe (1859 – 1914), busto realizado por Francisco Antonio Cano, está ubicado desde 1924 en el parque El Lago, calle 24 entre carreras 7ª y 8ª. Abogado, periodista, diplomático y militar nacido en Antioquia. Tanto en vida como después de su muerte inspiró un pensamiento liberal de izquierda dirigido a la construcción de un Estado social y a la protección de los trabajadores y población vulnerable.



Óscar Terán (1868 – 1936), su busto está ubicado en la Av. 30 de agosto entre calles 25 y 26, al frente del edificio del DAS. Este abogado y político fue el único panameño que se opuso al movimiento separatista y conservó su nacionalidad colombiana, a través de intensos debates como el publicado el año de su muerte y que titula Del tratado Herrán-Hay al tratado Hay-Bunau Varilla, uno de los tres textos que hace parte de la llamada “leyenda negra” de la separación de Panamá. La escultura fue donada por el Club Rotario de Pereira.



Jorge Eliecer Gaitán (1903 – 1948), realizado por Alexandra Ariza en 1983, el busto está ubicado en el parque que lleva su mismo nombre, al frente del hospital San Jorge, carrera 4ª entre calles 25 y 26. Abogado y político bogotano, desde muy joven labró su carrera al punto de convertirse en un caudillo liberal de izquierda que desafió las estructuras de poder en Colombia. Es de amplio reconocimiento su debate en el Congreso de la República sobre la masacre en las bananeras ocurrida a finales de los años veinte, tras su asesinato se desató el bogotazo y una cadena de violencia que invadió tanto las ciudades como el sector rural.



Jorge Roa Martínez (1891 – 1966), realizado por Alexandra Ariza, un busto está ubicado en la plazoleta del bloque administrativo de la Universidad Tecnológica de Pereira de la cual fue su fundador y primer rector en 1960, y el otro a la entrada de la biblioteca que también lleva su nombre. Abogado, político y líder cívico, boyacense de nacimiento, hizo su vida en Pereira desde los años 20, donde promovió la Sociedad de Mejoras Púbicas y desde allí numerosos proyectos en la ciudad que lo adoptó: el batallón, la cárcel y el zoológico son testimonio de su gestión, al igual que instituciones educativas, centros de recreación, teatros y coliseos.



Juan Pablo Agudelo, se atribuye este busto al fundador del barrio Providencia. No se tienen más datos sobre él.

Son seis retratos de autoridad, todos ellos representan a hombres cuya vida se destacó por su carácter cívico, su espíritu libertario y por defender los ideales de una república, cuyo desarrollo social girara en torno a los derechos fundamentales. Y sin embargo son muchas las preguntas que surgen tras su abandono ¿estos hombres no eran otra cosa que idealistas que vivieron en una sociedad que no consigue construir su destino?, ¿será que en Colombia, los gobernantes de hoy están interesados en el desarrollo de la sociedad justa que otros soñaron?, ¿acaso la sociedad de hoy se está construyendo sobre referentes de autoridad?, ¿será que Pereira aún conserva su espíritu cívico y libertario?, ¿no existen bustos femeninos que representen para nuestra sociedad el protagonismo de la mujer en las luchas sociales a lo largo de los siglos XIX y XX?

Si hoy estas esculturas no son más que un objeto decorativo, al menos es importante dotarlos de una placa que le indique a futuras generaciones los motivos que llevaron a un grupo de pereiranos a emplazarlas en parques y avenidas. Hace falta iluminarlas, protegerlas, hacer mantenimiento a las obras de arte público y adecuar los espacios de manera apropiada, con un diseño que corresponda a las dimensiones de los bustos y al entorno en que están ubicados. Tras 200 años de independencia, quizá en otro tiempo y con otra suerte estos personajes adquieran sentido, y exista otro grupo de pereiranos que encuentren en estas formas de la memoria, inspiración suficiente para hacer de nuestras sociedades modos de ser y de vivir más justos.

- Diego Leandro Marín Ossa (Pereira 1973), Actor, Comunicador social – periodista, Magister en comunicación educativa. Docente en la Universidad Tecnológica de Pereira y la Fundación Universitaria del Área Andina. Director de la Casa del Teatro Imaginario. diegoleandro73@gmail.com

- Jackelin Castaño Cadavid (Pereira 1986), Actriz, Licenciada en artes visuales. Docente en la Universidad Tecnológica de Pereira. Productora de la Casa del Teatro Imaginario. jackelincc@gmail.com

El espectáculo de la realidad...

Por Diego Leandro Marín Ossa
leandro73@utp.edu.co
Proefesro auxiliar en la Universidad Tecnológica de Pereira
Escuela de Español y Comunicación Audiovisual

El lenguaje oral y gestual del reality tiene un poder de encantamiento singular que alimenta las pasiones de concursantes y espectadores. Basado en un trucaje y el abuso de la especulación, semejante en cierta medida al sector financiero que genera angustias de otra índole, los programas de este tipo se diseñan bajo la premisa de suministrar pequeñas dosis de resentimiento, frustración y miseria protagonizada por un padre que anhela pagar la cirugía de su hijo, una madre soltera que sueña con ser estrella de la pantalla chica o un joven campesino que no sabe leer y se aprende las canciones de memoria para competir en la noche de gala. Además en cada capítulo, nos encontramos con una que otra sorpresa, estrategias para “capturar” a la audiencia, mucha luz moviéndose por todos lados y una asesoría especializada en mercadeo y comunicación que garantice el éxito rotundo en los nichos de mercado establecidos con antelación.
Que el reality es una manifestación del aburrimiento, el mal gusto y el desencanto estoy de acuerdo. Pero también es una alternativa de quien halla placer en perder el tiempo, chismosear y “sacarle el cuerpo” a la reflexión, a la trascendencia. Habrá incluso quien encuentre placentero mirar este tipo de programas para tratar de comprender qué está pasando con los sueños de la gente común y corriente, a dónde van las ilusiones y entretenerse con la vida rosa de otros más “afortunados” que el desdichado espectador. Y también enterarse qué hace ante las cámaras el extraño, el vecino o el pariente para salir de las dificultades que le puso en el camino la vida. Eso también es cierto.
Pero el asunto no se reduce a identificar las virtudes de dichos productos audiovisuales, o los propósitos ideológicos disfrazados en el empaque de beneficencia en el que se envuelven estos programas.
Para analizar este fenómeno mediático es necesario contemplar ciertos aspectos que hoy en día no se pueden pasar por alto, no a la hora de “digerir” estos productos audiovisuales que no sólo son complejos de abarcar en el análisis de su consumo, sino que además se presentan como una mercancía que se produce, circula y se recepciona, influyendo incluso en las variadas formas de interacción social en la ciudad, como en los diversos espacios en que se concreta y se diluyen las maneras de comunicarse.
En el reality la intimidad es la mercancía. Gracias al conocimiento previo de la vida privada de los participantes, el televidente encuentra cierta identificación ante la pantalla. En el momento decisivo, el gesto del amenazado conecta al espectador con su angustia, el brillo en la mirada penetra hasta el lugar más hondo de su mente donde se sortean los anhelos reprimidos durante mucho tiempo.
Un silencio y el participante piensa de qué manera responder ante el jurado. Gotas de sudor invaden los rostros, muchas sonrisas prefabricadas y el ritmo respiratorio termina siendo compartido dentro y fuera del televisor, en la tarima y en la sala de la casa.
Frente a frente, cara a cara, el espectador y el amenazado se conectan. El simulacro comienza. En su interior ambos monologan, planean qué podrían hacer con tanto dinero y fama. Juegan al rey y al mendigo. Salvan en su ensueño la economía raquítica de sus familiares, pasean por el mundo entero y en pocos segundos de fantasía regresan, uno al escenario y el otro a la sala. Allí se decidirá el futuro de los dos.
En ese sentido, lo de menos en el reality es juzgar la técnica del baile, el canto o la actuación. Aunque cada día en la oficina, la buseta, el colegio o la universidad todos los espectadores resuelvan “especular”, lanzar conjeturas sobre tal o cual participante quien merece continuar luchando por el primer lugar, lo más importante siempre es el triunfo simbólico de televidentes y participantes, en el sitio virtual donde se realizan sus ilusiones.
No importa si el amenazado gana o pierde siempre y cuando le haya entregado al público el intento heroico por alcanzar el éxito. La cumbre desde la que pocos se asoman para mirar un horizonte promisorio.
Todo sea por la ilusión, esa manera ajena de soñar que otro ser es afortunado porque gana lo que se considera que nunca va a llegar a nuestra vida. Aquello que en ese momento se presiente lejano, digno de un ser superior.
En esta dimensión tan dramática se pierden el tiempo, la razón y la intuición, el lugar es ocupado por el deseo. De allí la facilidad que experimenta el televidente al identificarse con las situaciones  que se presentan en el programa y la dificultad de tomar distancia para razonar.
La imagen audiovisual que influye en el cuerpo y la palabra de quienes participan en el reality encanta al espectador y lo arroja a su destino de soñador. Este tipo de programas no están hechos para pensar, están pensados para sonar. El problema aparece cuando en su ensoñación, en su evocación el participante y el espectador no encuentran salida material o simbólica ante sus dificultades, o si lo hacen la visualizan estrecha. Si el participante es eliminado el espectador es derrotado. Entonces la tragedia es más intensa pues queda una lección: los sueños no se cumplen de una manera tan fácil, hay que lucharlos y cada vez van a estar más lejanos. Es preciso ser mejores.
Otra cosa es si ante la promesa de un mañana mejor se abre una puerta de posibilidades ante sus sentidos y ambos encuentran en el triunfo, los quince minutos de fama a los que cualquier mortal tiene derecho como lo decía Andy Warhol. Después de aquellos instantes decisivos en que peligra el éxito, la victoria y la fortuna tanto para amenazados como para espectadores. Luego de haber contemplado entre chismes y bromas la suerte de los participantes, para los espectadores llega el espectáculo de la realidad. Para todos y cada uno de quienes contemplaron con pasión enconada, cinismo y desdeño el programa.
De manera simbólica, el baile y la actuación siguen ahora en la oficina, la buseta, el colegio o la universidad. Es necesario tener cuidado pues “el jurado” que en este caso toma forma en las variadas expresiones del poder está listo todos los días para eliminar a unos cuantos, ya sea por talento y convivencia, sean estas en exceso o en defecto.
Los espectadores que hayan conseguido identificar la estrategia para llegar al final de su destino con éxito y cumplir la misión encomendada son los que triunfan. La competencia es para los más fuertes en la constante lucha de las especies por sobrevivir. Elogios, una sonrisa, el brillo en la mirada y el empaque servirán como aderezo. Han de seleccionarse bien las palabras y los gestos. Todo puede ser usado a favor o en su contra.
El reality se traslada a “la vida rea”, deja de ser un lugar donde se premia el talento y se convierte en un sitio donde se castigan la honestidad y la iniciativa.
Esto motiva el análisis del lenguaje del reality en el contexto del público, la influencia en el comportamiento del espectador y la apropiación simbólica de dicha realidad. Para ello la pregunta por el sentido es fundamental, vale interrogar ¿qué lleva a un grupo de personas a publicar sus problemas privados en televisión?, ¿porqué la gente busca fama y reconocimiento en un concurso que involucra sus pasiones más secretas?, ¿qué no encuentra la gente en las instituciones educativas, los hospitales y demás ámbitos de lo público que al parecer haya en la pantalla chica?, ¿qué propone la academia desde la comunicación social y la educación, para hacer un uso ético y estético de este tipo de programas con criterios formativos?
Considero que así como los medios masivos de comunicación convierten en mercancía las ilusiones y desengaños de la gente, en ese simulacro de beneficencia que se difunde a través de la televisión y luego se reproduce por calles y carreras, oficinas y cafeterías a lo largo y ancho de la ciudad, es necesario que se piense la manera de identificar ciertas estrategias, que de manera análoga pueden servir para diseñar realities que eduquen a la gente. Por mencionar un ejemplo, en lugar de alimentar entre participantes y público la competencia por obtener una cirugía que la EPS les niega, diseñar programas alrededor de la prevención de la enfermedad o el uso adecuado del servicio de salud.
El reto es educar y entretener. Habrá que pensar en las maneras de generar disfrute sin que sea a través del dolor o la desgracia ajena. Los problemas económicos y sociales que rodean este fenómeno de especulación mediática tendrán otros escenarios y otros requerimientos de tipo político. A la academia le corresponde avanzar en la reflexión y a los medios enfrentar su deuda ética, actitud que cuando no es evasiva en la mayoría de los casos es desdeñosa.

EL CINE EN LA COMUNICACIÓN EDUCATIVA: ALGUNOS USOS EN EL AULA...

Por Diego Leandro Marín Ossa
Leandro73@utp.edu.co
Profesor auxiliar en la Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas
Universidad Tecnológica de Pereira.

Los medios de comunicación se pueden usar en contextos educativos de diferentes maneras. Sin embargo, se requiere de una serie de herramientas para aprovechar los usos que ofrecen, cuando los propósitos formativos involucran tales tecnologías. El lugar común en este sentido permite anunciar que todo proceso educativo requiere de otro comunicativo y que se precisa de la comunicación para hacer viable el hecho educativo. Si se mira con atención, esta frase dice poco o nada de este amplio campo de estudios y resulta insuficiente el enunciado cuando se pretende reflexionar y más aún, apropiarse de elementos concretos, válidos y eficaces que permitan aprovechar sus posibilidades educativas que serían insuficientes, de no poner en práctica la mediación pedagógica, es decir que, el acompañamiento docente es requisito primordial para que acontezca el conocimiento.Por otra parte los prejuicios que subsisten alrededor del tema, se presentan como obstáculos significativos para su estudio. Al respecto podemos mencionar algunos. 
Con frecuencia se asegura que el cine no es un instrumento educativo pues éste no es su propósito, y se entiende semejante aseveración, si se tiene en cuenta que el llamado séptimo arte está rodeado de una suerte de halo místico, un aura que sacraliza las películas circunscritas en lo que ahora se denomina cine – arte, y que de alguna manera ubica dichas realizaciones en la noción de cultura de élites y de alta cultura. En este sentido para apreciar las obras hechas bajo esta característica, no solo se requiere de una competencia audiovisual, sino que además se exigen otras que van articuladas al proceso de ilustración al que ingresan los estudiantes a lo largo y ancho de la Escuela. En este caso, para ver cine no es necesario hacerlo bajo el influjo educativo, el público podrá sustraer aprendizajes o simplemente dejarse llevar del goce estético. Es decir que no existe mediación docente y el cine educa por sí mismo, aseguran quienes siguen este dictado.
El prejuicio emerge cuando los devotos del cine ubicados en esta posición aseguran que ubicado en el aula, el medio se puede desnaturalizar, y que por ello no es posible hacer cine educativo.

Desde otra orilla, quizá más ingenua que la anterior, se asume que una película y de manera particular su relato, de alguna manera resulta ser una síntesis de contenidos, y puede servir de referente o de dispositivo para alimentar el debate al interior del aula. De allí que con frecuencia y a lo largo del período académico, el docente proyecta una o varias películas en soporte videográfico y a través del artefacto televisivo, para que los estudiantes sustraigan un aprendizaje, queden motivados para la discusión del asunto a tratar en clase o se les evalúe el desarrollo temático a partir del medio, asunto que sería interesante como complemento educativo, de no ser porque en lugar de conseguirlo y por desconocimiento del medio, el análisis se limita a lo anecdótico de la película e incluso se llegan a sustituir algunos contenidos, a cambio de la visualización más o menos consciente de los contenidos cinematográficos. A esto le llamo recepción contextualizada de lectura aleatoria y especulativa.
Para terminar, otro caso polémico se presenta cuando el medio se utiliza para realizar contenidos educativos que se pueden observar de manera patente; es así que el cine se subordina al interés y a la necesidad formativa, se instrumentaliza para el uso didáctico para el entrenamiento, el disciplinamiento y la conversión. A esto le llamo recepción contextualizada de lectura hegemónica y contralada. En este sentido cabe preguntarse ¿educar para qué?, y ¿por qué se usa el cine y no otro medio?, ¿acaso para formar seres dóciles?

Está en la historia del cine que estos usos arrojan profundos debates, enquistados entre las nociones de cultura, libertad, pedagogía y comunicación. Pero además está en la historia de la educación, que los temores alrededor de los usos educativos del cine en el aula, se centran en el papel del docente y los estudiantes frente al hecho formativo, cuyos territorios de disputa se encuentran en la familia, la Escuela y otras instituciones sociales incluyendo los medios de comunicación.
De estas tensiones los resultados son nefastos cuando el debate se queda anclado en señalar los efectos nocivos de estos cruces pragmáticos, y no se avanza en las propuestas y posibilidades tanto educativas como creativas. Quizá esta sea una de las razones de mayor peso a la hora de teorizar sobre la comunicación educativa, como si se quisiera enfatizar que esta especie de matrimonio obligatoriamente lleva a quienes asuman los medios con propósitos educativos, a adentrase en la reflexión y estudio de lo humano en sus estudiantes, en los medios y en las culturas entendidas desde un sentido amplio. Esto requiere apropiarse de las prácticas, los modelos, las teorías, los usos, los experimentos didácticos y los procesos de recepción de los usuarios en el aula y fuera de ella.
Entender estos sesgos y las posibilidades educativas alrededor del cine alimenta el debate, no lo cierra; transforma las nociones que se tiene frente al eje cine – educación, no las impone; permite dialogar entre pares y facilita el desarrollo de investigaciones en este campo de estudios. Las aproximaciones analíticas, entre tantas otras formas de asumir la educación con la imagen, son un punto de partida para lo que yo denomino recepción contextualizada de lectura crítica y propositiva del medio.

Usos educativos del cine en el aula, a partir de la lectura crítica y propositiva.

Se han mencionado varios tipos de lectura de contenidos en el cine, y a pesar de que existen otros usos y aplicaciones más allá del análisis de contenidos, si omitimos algunas de las posibilidades señaladas y nos ubicamos en el uso generalizado del cine a partir de tal propuesta textual, de lo anterior podemos deducir que algunos usos educativos del cine son: el medio como herramienta didáctica a través de la cual se puede afianzar el conocimiento de la historia local o global, el medio como agente socializador a través del cual se puede generar o alimentar un debate alrededor de los fenómenos sociales y culturales locales y globales, el medio como herramienta para ilustrar o evaluar un tema a desarrollar, el medio como expresión estética de una época, de una tendencia cinematográfica o de la obra de un creador.
De allí se desprenden diversas acciones metodológicas que podemos articular con el desarrollo de contenidos en el aula: sentar las bases del lenguaje audiovisual para generar una lectura más profunda de sus contenidos, seleccionar un grupo de películas cuyo eje temático puede ser un contenido del curso que se esté llevando a cabo, guiar la producción escrita de ensayos alrededor de las películas visualizadas y un sinnúmero de procedimientos que aseguren un aprovechamiento real del cine como herramienta educativa.

Yendo más allá, se pueden crear líneas temáticas para la visualización de las películas, después de establecer relaciones contenidistas pertinentes con el plan de estudios de la institución, la definición de estas directrices permite que todos los docentes aprovechen el medio en algunas de sus clases, complementando con otras estrategias formativas. Por ejemplo, en la educación media se pueden planear y desarrollar clases a partir de las relaciones cine – literatura, cine – ciencias, cine – historia, cine – artes, y en la educación superior abundan estos usos: cine – ciudad, cine – arquitectura, cine – psicología, cine – antropología, cine – periodismo. Luego se pueden constituir uno o varios cine foros que arrojen documentos divididos en al menos tres grupos: documentos didácticos (talleres y estudios de caso para aplicar en el aula), documentos de reflexión (ensayos y aproximaciones teóricas para difundir entre la comunidad académica), y documentos de investigación (estudios y artículos científicos para difundir en un espectro más amplio, dentro y fuera de la institución).

De estos procesos resultan experiencias valiosas, tales como un público formado para apreciar lo audiovisual, motivaciones extras para asumir el aprendizaje, dinámicas de clase más participativas, lecturas sorprendentes y novedosas de parte de estudiantes y docentes, textos de reflexión, publicaciones alrededor del medio. Todo lo que pueda aprovecharse para incluir el cine en los procesos educativos es importante, sin perder de vista los debates, sin evitar la mediación pedagógica, sin olvidar el oficio del docente como eje articulador y sin pasar de largo por los medios de comunicación, pues desde hace mucho son una realidad más al interior de las sociedades y la Escuela, asunto que exige una responsabilidad adicional, conocerlos para comprender cómo se integran al aula en el ámbito de la comunicación educativa.

El sueño de un insomne...


Por Diego Leandro Marín Ossa. 
leandro73@utp.edu.co
Docente auxiliar en la Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas Universidad Tecnológica de Pereira. 

Así es Giovanny. Un hombre enamorado de la poesía, la pasión que lo ha desvelado desde sus tiempos de estudiante en el colegio, al interior del Taller Literario La Fragua. Sus ojos parecen hipnotizados por la levedad de las metáforas, que sin duda lo han atrapado en un país de maravillas por el que transita su espíritu. También es un ser humano que se ocupa de su hogar, conformado por su esposa y un par de niños, uno de los cuales viene en camino. Proviene de una familia en la que la madre acompaña las aventuras de sus hijos, quienes a su vez han protagonizado el quehacer cultural de Pereira por cerca de dos décadas. Andrés se dedicó al teatro, luego al cineclubismo, ahora a la producción cinematográfica. Por su parte Luis Carlos era una promesa del futbol hasta que primero el teatro y ahora el cine le robó el corazón en Argentina. Y Giovanny sigue aquí, donde se supone nadie es profeta en su tierra. Desde esta ciudad fabricó La Casa de Humo, libro de poesía con el que fue galardonado con el premio nacional de poesía María Mercedes Carranza, una distinción que ratifica su constancia y trabajo silencioso alrededor de un género que ha cultivado desde niño. Fue el maestro de literatura y escritor Rubén Darío Sierra, quien descubrió ese animal poético que el adolecente llevaba atrapado en su interior. En el Colegio Oficial Rafael Uribe Uribe, ubicado al frente del edificio Invico, se gestó entre los años ochenta y noventa una de las generaciones más inquietas que hoy en día madura el oficio literario desde diferentes géneros: ensayo, cuento, teatro, cine, poesía, han sido territorios plenos de vigor, en los que los egresados de aquella institución desaparecida hoy en día, han cultivado su espíritu literario. Giovanny como pocos ha persistido, combina sus estudios en la Licenciatura en Español y Literatura, con su trabajo como coordinador de Cine en cámara, director de la revista Luna de Locos, gestor del Festival Internacional de Poesía de Pereira y padre de familia. No hay queja, ni lugar para lamentos, la poesía ha sido el tejido de su vida que de tiempo atrás envuelve todo lo que se propone sin reparo. He llegado a pensar que la levedad con la que se desplaza por calles de la ciudad y corredores de la universidad, es una especie de táctica para digerir las imágenes literarias que construye en sus textos, y de paso un requisito para vivir entre quienes consideran que es preciso apurarse y competir, pues la vida no da tregua a quienes se dejan hechizar por los cantos de sirena que se presentan en el camino bajo la forma del éxito a toda costa. Este es uno de los estudiantes de la Universidad Tecnológica de Pereira: privado, constante, hincha del Deportivo Pereira, poeta y con un sentido del humor corrosivo, característico en los hermanos Gómez siempre que se conversa con ellos. En su vida, la poesía es el asidero.

VIDEO EXPRESIÓN. UNA INVENCIÓN DE SÍ MISMO.


Diego Leandro Marín Ossa
leandro73@utp.edu.co
Docente auxiliar de la Universidad Tecnológica de Pereira

Resumen: En el presente artículo se presenta una síntesis de una investigación realizada alrededor de un uso educativo del video en el aula: la videoexpresión. En dicho estudio se abordaron las maneras de ver, mirar,  y narrar a partir de la reflexión sobre sí mismo, por parte de los estudiantes. Al igual que se indagó sobre las transformaciones cognitivas en el proceso de elaboración de una autobiografía en video, elemento que sirvió para desarrollar el análisis de información desde la semiótica audiovisual y el aprendizaje cognitivo de la autonarración.
Palabras clave: videoexpresión, autonarración, autobiografía, si mismo.

1.      Introducción. Recuento de este proyecto de investigación.        

Este proyecto nació en el aula. Parte de una exploración inicial con los estudiantes de quinto semestre de la Licenciatura en Comunicación e Informática Educativas de la Facultad de Educación integrada a la Universidad Tecnológica de Pereira. Allí he tenido la necesidad de indagar el sentido de la asignatura de video, en medio de un pregrado que considero de frontera, es decir, nacido de una disolución de formas tradicionales de entender la comunicación y la informática como meros instrumentos en la formación profesional, y que ahora se constituyen en objeto digno de estudio y de formación, para que futuros licenciados promuevan las NTICS en los centros educativos y las comunidades en los que emprenderán su labor docente.

1.1.Motivaciones preliminares.

Al diseñar la asignatura me veo en la necesidad de escrutar la historia del video, y encuentro información sobre sus orígenes como tecnología auxiliar de la televisión, sobre las técnicas de realización, el lenguaje videográfico con respecto al cinematográfico y al televisivo, hasta llegar a los usos: comercial, expresivo, investigativo, educativo entre tantos otros que van apareciendo en tal pesquisa. Quizá uno de los antecedentes que resulta más llamativo es su carácter experimental, y es aquí donde se sustenta mi búsqueda. Es entonces cuando decido comenzar mi estudio a partir de un sentido: la palabra video viene del latín videre que significa yo veo, de allí que me parece que los futuros docentes deben aprender primero a verse, conocerse a sí mismo (gnosti te autvn, nosce te ipsum), tal y como lo sentencia Sócrates, antes que emprender la formación de otros.
Esta premisa me ha servido a lo largo del curso y de la investigación para indagar quiénes son mis estudiantes, es decir, qué les interesa expresar, qué estructuras narrativas están incorporando a través de los medios a los que han estado expuestos desde niños, qué temas o asuntos consideran importantes para hacer visibles a través del video, qué estrategias discursivas utilizan para generar determinado impacto en otros pares y en ellos mismos como audiencia. Desde ese momento desarrollo el curso a partir de los contenidos básicos, de lecturas, prácticas y de la indagación sobre las formas de expresión de los estudiantes a través de varios proyectos videográficos: el ejercicio del plano imposible, el videoclip musical, el clip de ciudad, la autobiografía en video, el ejercicio de video etnográfico, el video comunitario, el video documental y el video educativo. Y por otra parte decido ubicar esta investigación en el proyecto de video autobiográfico, forma de la videoexpresión.
Ahora bien, el proyecto ha permitido que a los estudiantes más allá de dejarlos en una especie de “encantamiento videográfico” luego de realizar su autobiografía, avancen hacia al video en otras formas de narrar desde el video etnográfico, el video comunitario, el video documental y el video educativo.
Con lo anterior y tras la muerte de mi abuelo, la huella que generó en mí el poder expresar todo lo que sentía a través de una autobiografía en video, me llevó a reflexionar el alcance que tiene esta estrategia, sobre todo cuando se necesita recuperar el valor de las cosas. Todo esto: los intereses académicos, profesionales y humanos me condujeron a esta investigación desde el aula y decidí emprender este proyecto con tres propósitos:
·         Enseñar video (los orígenes y la naturaleza del medio, los componentes tecnológico, semiótico y antropológico)
·         Enseñar a ver video (las formas de representación, expresión y narración, su impacto psicológico y social)
·         Enseñar con el video (sus usos artísticos, sociales e investigativos y sus posibilidades educativas desde el ámbito cognitivo y dialógico)

Hoy, cuando comprendo lo que significa para alguien saberse expresar, lo importante que es el hecho de aprender a comunicar nuestras ideas y sentimientos por medios complementarios a la palabra y el cuerpo. En este momento de mi vida en que estoy aprendiendo a amar el oficio de maestro, me parece apropiado emprender la aventura de enseñar video, enseñar a ver video y enseñar con el video.

(Fragmento de la tesis de investigación, laureada el 2 de diciembre de 201o, po el Consejo Académico de la Universidad Tecnológica de Pereira)

Curso avanzado de actuación: teatro, cine y televisión...


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