Por Juan Carlos Londoño Grueso*
No acabo de sorprenderme con la noticia triste
de la muerte del entrañable viejo de Rojas.
Quizás porque representaba para mí – y creo
que lo seguirá siendo – la conciencia última de nuestra América, por sus
luminosas palabras frente a la ignominia de los estados contra las buenas
gentes que conforman este recodo de la Tierra.
Digo que no acabo de sorprenderme, porque la
muerte no era extraña para Ernesto Sábato, el hombre que abominó la ciencia
física por haberle “vendido el alma al
diablo”, para destruir lo poco digno que tenemos los seres humanos: la vida.
Ese mismo hombre que un día levantó su voz
contra la bota militar, por las vejaciones que cometió durante la noche oscura
argentina, él mismo que entregó los últimos años de su vida a la reflexión sobre
la vida, el tango, el amor y la muerte, es por ese hombre que todavía no me
hago a la idea de su desaparición física del mundo.
A Sábato sólo lo aprendí a querer cuando leí
sus profundas reflexiones en Hombres y Engranajes, después en El escritor y sus
fantasmas, hasta llegar a La resistencia, un maravilloso viaje por el
pensamiento del hombre reposado, vivido, apasionado y reflexivo. Fue en ese
momento en que comprendí cuán importante es mirar este mundo, sus pequeñeces y
sus glorias, para poder llegar, como él, a sentarse en la puerta de la casa, a
ver pasar el dolor de la Humanidad, sus frustraciones y sus logros, sus
tristezas y sus alegrías.
Es sorprendente porque muchas veces lo evoqué,
en mis noches de bohemia y de conversa, como el culmen de la vida de un escritor,
de un intelectual – así a él mismo le pareciera chocante que se lo endilgaran -
, de un artista de la palabra y de la vida, que se sintió llamado por la
angustia inmarcesible de entenderse en
un mundo plagado de sinsabores y de desgarramientos, muchos de ellos,
aplaudidos por los mismos hombres que decían defender la vida misma. Todavía rondan por mi cabeza los
pensamientos que produjo en mí, esa manera de obligarme a re – pensarme como
parte de este mundo que me ha tocado vivir, no para quedarme en él y vivir en
él, sino para tratar de influir en los nuevos y las nuevas, que son los
encargados de reventar y reinventar este mundo.
Conocí a Sábato y comprendí que vivimos en
medio de una Humanidad que se desangra de modo irracional, porque ha cambiado
lo esencial por lo accesorio, que se vendió a la levedad y a la velocidad,
cuando deberíamos trasegar por los caminos de la prosperidad y el bienestar,
tal como lo prometieron los Humanistas, los Ilustrados y los Modernos, un mundo
que se comprometiera cada vez con el Hombre – si, con hache mayúscula – en
virtud de sus hallazgos y de sus alcances, capaz de evitar o de sobreponerse a
las calamidades, respetuoso de la Naturaleza, generoso consigo mismo y
altruista con la Vida, en toda la extensión de la palabra.
No se me acaba de ocurrir que haya trascendido
hacia lo absoluto, pues rato hacía que estaba más allá del bien y del mal,
porque ya tenía ganado lo que de trascendente tiene este gran hombre de las
letras.
Habría que internarse en su obra para
encontrar ese aquello que nos quiso enseñar, esas contradicciones humanas que
él pudo observar y comprender. Yo pienso que en Sábato se encontraba lo que los
jóvenes de hoy aspiran a comprender, pienso que tiene todavía mucho que
decirles, sobretodo por las angustias que los obnubilan y los obsesionan, esas
majaderías que a veces les interpela el mundo de lo light, pero que resultan
ser fundamentales para darle sentido a sus pueriles existencias.
Y fue que Ernesto Sábato comprendió de primera
mano, que muchas veces esas “Tierras Prometidas”, esos “Edenes y Jardines de la
Abundancia”, sólo eran posibles en la imaginación febril de algunos líderes que
ponían por delante a otros, los más, para construir esos ”paraísos” a su
disposición. No es por otra razón que él rompe con el “mesianismo” de derechas
y de izquierdas, pero además que pone en tela de juicio toda elucubración que
no reivindicara a la vida, a la Humanidad – esa también con hache mayúscula –
que son, en fin de cuentas, las únicas que pueden sostenernos en este errante
cósmico.
Yo pienso que Sábato se glorificó, no sólo por
su narrativa, cada vez más anhelante de desentrañar al hombre de la revolución
científico – tecnológica, el hombre deshumanizado, el homo ex machina, sino por
su capacidad de apasionarse contra lo injusto, contra lo que a todas luces
niega la posibilidad de ser mejores y de ser como somos. Su gloria rebosa el
entorno de su Argentina bien amada, sus Santos Lugares idílicos, para
proyectarse como un pensador de nuestra condición humana, latinoamericana y
argentina, aquello a lo que le jugó como parte de su esencialidad misma y a lo que siempre quiso que se le prestara
mayor atención.
A Ernesto, muchas gracias
Queda abierta la discusión.
Pereira, mayo de 2011
*El autor es Licenciado en Ciencias Sociales por la Universidad Tecnológica de Pereira. Es maestro en el Colegio INEM Felipe Pérez de la ciudad de Pereira. Dramaturgo y director de la Agrupación Momo Teatro. Ha enseñado en la Universidad Católica de Pereira y en la Universidad Tecnológica de Pereira.
Sin duda Ernesto Sábato es uno de los grandes, uno de esos pocos que no se conformaron con el horizonte que apenas podían vislumbrar en sus narices, si no que miraron mas allá, donde solo miran los que saben comprender la esencia de ser “Humano”, donde solo los sabios reconocen nuestra miseria, pero también nuestra grandeza. Creo que su muerte fue solo un paso más en su vida, un paso lento pero fuerte, como esos que solía dar, un paso, que al igual que sus obras, dejara marcada la vida de aquellos que frecuentaban sus textos, no por la tristeza que los pueda embargar, sino por la incertidumbre de no saber bajo las palabras de quien se acogerán ahora.
ResponderEliminarLes pido por favor que no caigamos en el error de creer que su muerte física es la muerte de su vida, pues como alguna vez lo dijo, su vida, está en sus obras, pues no me parece justo que le demos sepultura a las palabras por las cuales trabajo toda su vida, por el contrario debemos acercarnos aun más a él, poner en práctica sus pensamientos e ideologías ya que este mundo pútrido y deshonesto verdaderamente lo necesita.
Por: diego Alejandro Cardona Vásquez
Atento saludo.
ResponderEliminarEs innegable e incuestionable, todo el significado que los solemnes escritos de este autor, como lo era Sábato, perduraran en la memoria colectiva de todo ser humano, su particularidad y sus formas de expresar algo que quiza fuese desapercibido; por una mayoría de la sociedad, este lo registró dentro de sus escritos, tanto asi que sus obras no eran simplemente una narración vacía, sino que más bien. Lo abordaba con gran cautela con lo que sin lugar a duda tenia esa intención de que sus espectadores meditaran acerca de multiplicidad de hechos y cuestiones, que pretendian que se hiciese un retroceso o se mirase al futuro con una perspectiva sutil frente a tantas situaciones.
Fue un escritor al cual se le destaca su gran esfuerzo y su magia para envolver a la humanidad en sus creaciones literarias cargadas de sentido, permitiendosele ver como un gran critico y creador.
Por: Cristhian Marín
Detengámonos un instante a considerar que este autor ha sido un icono de la literatura , de esos pocos autores de antaño que ya pocos quedan, fue ese tipo de personalidad emblemática y simbólica que plasmo en muchos de sus escritos la vida, el horror que se evidenciaba en su época, los apasionados lectores de este gran escritor , entre ellos me incluyo simple y sencillamente se han visto tocados por sus obras ya que muchas de ellas logran penetrar el corazón, sus contenidos albergan un profundo y gran significado que logra de algún modo darle sentido a las palabras, solo me queda por decir que dios lo tenga en su gloria y que viva Sábato hoy y siempre gracias.
ResponderEliminarErnesto Sábato no ha muerto, de alguna forma se ha inmortalizado en sus obras acerca de la crisis del hombre en nuestro tiempo, en sus escritos que guardan la esencia perenne de su intelectualidad y sus ideologías.
ResponderEliminarSu vasta experiencia lo faculta, para seguir liderando a las actuales generaciones y también, y de modo especial a las próximas, que tendrán que contemplar el legado de las primeras.
Su mirada crítica y analítica nos permite observar sin sesgos acomodados a una sociedad plagada de vicios, desenfrenos y violaciones, una sociedad injusta que circula de un extremo a otro, del bien y del mal, donde el hombre es indigno, y por medio de disfraces como la política, la ciencia y el poder acalla las voces de los oprimidos, corrompe y domina a su antojo robando al hombre su esencia más pura, la nitidez de su alma y la reemplaza por lo superfluo y lo banal cortándole la posibilidad de contemplar la realidad en su gran esplendor.
Escritores como Sábato llevaran a cuestas la pesadez malsana del mundo que paradójicamente radica en su levedad para asumir las responsabilidades que hoy nos afectan y nos competen de una manera directa a todos.
Es claro que con la muerte física de Sábato hemos perdido a otro de los grandes, pero por fortuna, al menos para unos cuantos, sus pensamientos, sus enseñanzas seguirán teniendo vida, pues sería estúpido sepultar con él todo lo que nos mostró y la manera en que percibía al hombre, yendo más allá de la banalidad, de la superficialidad, mostrando sus debilidades, sus miserias, pero también sus glorias y sus triunfos.
ResponderEliminarEn sábato no se encontraba, o mejor aún, no se encuentra a un autor más que habla de los mismos temas de los escritores mediocres y poco originales, sino que más allá de eso nos permite ver al hombre en su máximo esplendor, en todas sus facetas, y se debe tener muy presente que éste mérito lo tienen pocos escritores, sólo los mejores, los grandes maestros.
Diana Lucía Orozco Montoya.
Al leer el artículo surgió en mí cierta turbación, pues siento que al final la sociedad ha sido ingrata con quienes han soñado y no solo soñado, sino que desde su propio lugar han tratado de concientizar y cambiar la cara del mundo, digo esto por la manera tan sencilla en que se pierde la memoria y se elogia lo que ni siquiera debería tener importancia.
ResponderEliminarEs difícil concebir la idea de que un hombre como Ernesto Sábato, un ilustre para la sociedad, que estuvo en contra del hombre deshumanizado y a favor del hombre apasionado, reflexivo y consiente, el día de su muerte haya sido tan poco nombrado mientras que otro hombre (Osama Bin Laden) que por los mismos días murió el cual ocasiono muchas muertes y daño a la sociedad salió en todos los medios de comunicación y seguro que cada año conmemoraran su muerte, esto será porque… ¿Acaso el segundo hombre fue más importante? NO! Claro que no, justamente es la inconsciencia y la ignorancia el peor crimen, sumándosele a esto la efusión y el deseo de hacer elogio a lo que causa daño, mientras mueren olvidadas y sin dar aviso mentes brillantes, mucho más productivas y en verdad significativas, pero que la sociedad insiste en: IGNORAR.
att:xdark! XIMENA...
Sin lugar a dudas, Ernesto Sabato siempre fue y sera unos de los mas grandes literatos, su muerte solo se remite a la carne a lo finito, pero él, su alma, su escencia es inmortal, gracias a sus escritos que llevan a quien los lee por unos ideales que aun viven, por unos sentimientos y posturas frente a la vida que dan que pensar y que estan mas vivos que nunca, muy independientemente de si estamos de acuerdo o no, Sabato vive en los corazones de sus lectores en los cuales evoco un sentido mas critico y activo y menos pasiva frente a la sociedad, el dolor por el como esta hoy la humanidad y las relaciones entre hombres que parecen querer matarse entre sí en cualquier sinsentido, junto con sus frustraciones y sus logros, sus tristezas y sus alegrías.
ResponderEliminarPero no solo Sabato, si no todos los escritores reconocidos o no, con quienes tuvimos una experiencia cercana al conocerlos mediante sus escritos son inmortales, dejan una huella inborrable en nosotros, escritos con los que emos reido o llorado, estado de acurdo o en contra, escritos que parecen conocernos mas que nosotros mismos y que no dicen lo que tememos siquiera pensar, pero que al entrar en contacto con nosotros nos ayudan a crear esa identidad que la sociedad con todos sus parametros a tratado de borrar, escritos en los cuales la soledad parece desaparecer y entendemos que en algun lugar existe quien nos comprenda y comparta nuestros anelos. Un libro es un mundo que en si abre muchos caminos y abre la mente y los ojos ante lo que antes pasaba de ser persibido nos ayudan a conocernos y sobre todo a aceptar lo que somos, por eso y mucho mas gracias a quienes se atrevieron a plasmar en letras todo su ser, a los que entregaron el alma el mundo en un libro, gracias a los fueron como Sabato.
LOREN VANESA DUQUE ALZATE.