Un lunes de abril. Cara a cara con la memoria histórica.


Uno de los libros de un sacerdote jesuita en el momento de la masacre perpetrada por el ejército salvadoreño en 1989 durante la guerra civil.

Luego de la primera clase de video, Fátima me recibió en la tarde en el Centro Monseñor Romero y Museo de los Mártires. Ella es una joven salvadoreña de tercer semestre de la Licenciatura en comunicación social de la UCA, y siendo tan joven sabe relatar el pasado reciente que persiste en la memoria de este pueblo pese a la indiferencia de amplios sectores de la sociedad. No deja de estremecer esta historia de masacres en medio de la guerra civil cuyas consecuancias aún padecen. Situación que en Colombia sigue adelante arrasando a la población.

Este lugar, ubicado en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, conserva la memoria de aquellos acontecimientos que en la madrugada del 16 de noviembre de 1989 generaron una huella indeleble en el corazón de la gente, sobre todo en la memoria de aquellos que se beneficiaron de las enseñanzas y el apoyo de los seis sacerdotes jesuitas, que calleron aquel día. Además en el lugar en un mapa se registran, las masacres en contra de salvadoreños que en muchas ocasiones fueron obligados a cavar su propia tumba, antes de ser asesinados.

Las imágenes, los objetos hallados en el lugar de los homicidios y las huellas de los asesinos quedaron registrados en este recinto, como testimonio de una historia de indiferencia e indolencia, que aún hoy los pueblos latinoamericanos como este se esfuerzan en superar.

De ayer a hoy la mirada con respecto a esta tierra desde mi llegada es otra, con nuevos referentes para la segunda clase con los estudiantes de este país, y con una maleta de aprendizajes para nuestros jóvenes colombianos: uno de ellos es el uso de la imagen y el video en la construcción de memoria histórica, sobre todo para que esta historia no se repita.

Un domingo de abril en el Valle de las Hamacas


Cuando abrí los ojos vi cómo la chispa del Caribe iluminaba una llanura de nubes sobre las costas de San Salvador. Perdí el tiempo en el reloj de pulso, al menos una hora de diferencia entre Colombia y esta tierra.

Luego vi cómo el avión planeaba sobre el océano y perdía altura, la huella de un animal marino bifurcaba las aguas. Al tocar tierra, el tren de aterrizaje si acaso acarició la pista. 
Más adelante, por los pasillos me encontré con rostros de tantos lugares que terminé por confundirme entre la multitud de bocas y de miradas. Sentí la fatiga de un viaje que en medio de la premura de mi salida desde Pereira ya completaba casi doce horas, a pesar de la cercanía entre mi país y El Salvador. Recordé: ya estoy en El Valle de las Hamacas, llamado así por su actividad sísmica latente.

Ya en el taxi veía en este país las praderas de Colombia, trenes cañeros, puestos de fruta, bicicletas, y la publicidad de los candidatos a las elecciones que se llevarían a cabo en algunas ciudades, no son muy diferentes estos paraísos. En cuanto al clima veintisiete grados de temperatura y su cercanía al mar, garantizan un calor pegajoso durante toda mi estancia. 

Al dejar las maletas en el hospedaje caminé un poco para buscar que comer y recordé que semanas atrás, de paso por Bogotá, me abrumó el agite y la desconfianza de los capitalinos y ahora extrañó un poco que me acerque a la gente de aquí y actúen tan desprevenidos. 

Es domingo y en el hostal le doy los últimos toques a la clase que impartiré mañana en la  UCA, y mientras escribo, escucho como desde el fondo del cielo se desprende un griterío de pájaros que buscan guarecerse al caer la tarde.

Imágenes de la semana en el Festival de Teatro Alternativo de la CCT.

Aún queda una semana. Estas son algunas de las imágenes que registramos en el Festival:

 Santiago García entre Carlos Bernal y Bibiana Diaz

Performance de apertura a Bodas de Sangre

 Veteranos del teatro moderno y la televisión en Colombia

 Woyzeck con una agrupación finlandesa

Danza Butoh con una agrupación colombiana

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