El Colegio del cuerpo en Infozoom...

Este es el primer trabajo de televisión hecho con mis estudiantes de la Licenciatura en comunicación e informática educativas, de la Universidad Tecnológica de Pereira. Así se da inicio a la producción televisiva en dicho pregrado, con el apoyo de la oficina de comunicaciones de la institución.



Diego Leandro Marín Ossa

EL COLEGIO DEL CUERPO:


ESA PIEL DE NUESTRO EXILIO

Por Diego Leandro Marín Ossa*

Los últimos espectadores ingresan a la sala en medio de la penumbra. En el centro del escenario una mujer vestida de rojo cuyo vientre va cubierto de rosas parece dispuesta a oficiar un ritual. Sombras se desplazan por el tablado y trazan líneas al infinito. Un lamento sumerge lentamente al público en un estado de hipnosis, y poco a poco los cuerpos de ocho bailarines del Colegio del Cuerpo, seducen la mirada de la gente al punto en que todos los sentidos se subyugan a la vista y al oído y se detiene la respiración. Tras el público Álvaro y Marie France dirigen aquella coreografía que adquiere las dimensiones de un concierto.


Inxilio, el sendero de las lágrimas, así se llama el espectáculo cuya adaptación al teatro de cámara han realizado para visitar a Pereira por cuarta vez. Y a través de la obra evocan esa tragedia del desplazamiento que trae consigo el desarraigo y las condiciones de vida deplorables que afrontan en el campo y en las grandes urbes las familias colombianas.
El Colegio orientado por Álvaro Restrepo es más que una serie de espectáculos de danza contemporánea, es una reflexión permanente sobre el cuerpo espiritual que es preciso recuperar, no sólo el individual, también el colectivo: “en este cuerpo planetario queremos formar en la interdependencia, formar la escultura individual y la escultura social”; y es claro que el Colegio no se limita al montaje y presentación de la danza, es un proceso formativo que podría llegar a la constitución de un plan de estudios en el que a través del cuerpo se aprenda física, matemáticas, artes plásticas, de hecho ya cuentan con cuatro hectáreas de tierra en Pontezuela, al norte de Cartagena de Indias. 


Allí se construirá la sede que acogerá a los maestros que desde ya se forman con Álvaro Restrepo y a los bailarines que encontrarán espacios de formación ética y estética de su cuerpo, su intelecto y su espíritu: “es una revolución copernicana para la educación, el cuerpo está en el centro del aprendizaje no la cabeza”.


Por ahora continuarán educando a los niños y jóvenes que llegan de “las zonas de pobreza histórica de Cartagena”, más aún si se tiene en cuenta que son más de ocho mil estudiantes que han pasado por el Colegio del Cuerpo, en busca de mejorar sus condiciones de vida. Y es que hacia el 2008 el DNP señaló que al menos el 60,2% de la población en esta ciudad, vive por debajo de la línea de pobreza, lo que hace de las expectativas de vida en esta urbe un drama cotidiano que tienen que enfrentar los niños y jóvenes de una ciudad cuya historia se remonta al siglo XVI.

Se puede pensar que el trabajo de Álvaro y Marie France es un apostolado, sin embargo ellos no lo consideran así, más bien es la respuesta que ellos tienen frente a una población indolente que se ha insensibilizado ante los problemas sociales no sólo de los cartageneros, sino de todos los colombianos. Quizá es por ello que el Colegio del Cuerpo más que enseñar a danzar, educa a sus estudiantes en el descubrimiento de su cuerpo como territorio en el que se siembra un mundo más justo y como espacio en el que se celebra la vida una y otra vez en cada presentación. Es así que allí no importan tanto las dimensiones de los cuerpos aunque es menester la rigurosidad técnica, importa más la visión de mundo que elabore cada bailarín y que comparta con sus compañeros y con el público.


Si hacemos memoria, de Álvaro Restrepo se recuerdan sus incursiones escénicas con Athanor Danza en los años ochenta, y ahora dedica toda su energía al Colegio del Cuerpo y desde allí lucha para transformar esas diferencias sociales que denuncia en escena, ese racismo y ese clasismo que según él, en Cartagena genera tanta desigualdad y esa indiferencia que evita que nos conmovamos y no nos deja reaccionar: “ante las cosas que han pasado en este país, hace mucho tiempo debimos parar, salir a la calle, protestar, negarnos a seguir adelante en un estado de inhumanidad, de ignominia como hemos vivido”. Ahora el espacio de este laboratorio se propone demostrar que es posible otra sociedad, que la idea que tenemos de riqueza es equivocada y que está es en nuestro cuerpo, en nuestros jóvenes y en proyectos que como este aspiran a que la sociedad los reciba como patrimonio.


Cabe decir que si en las primeras décadas del siglo XX surgió la danza moderna como contestación al ballet clásico y de paso nació una generación de coreógrafos que hicieron sus rupturas en medio de las vanguardias, las convulsiones ideologías y los experimentos estéticos hoy artistas como estos se enfrentan a los mismos desafíos pero con nuevas utopías y formas de resistencia: de esas fuentes recibe una herencia Álvaro Restrepo y funde los aprendizajes obtenidos en Nueva York con sus maestros de danza contemporánea, con su búsqueda en el arte dramático, la filosofía y la música y desde luego con los ritmos afrocaribeños que de nuevo lo llevaron a su ciudad natal. Esa hipervisualidad que pone en escena, es evidencia de un artista que no para de indagar en las formas de simbolizar y de comunicarse con bailarines y públicos.
En el escenario como años atrás lo dijo: el cuerpo es trazo, lienzo, escultura, el cuerpo es música, pulso, ritmo, voz, es músculo de la emoción, y eso lo transmiten sus estudiantes que saben su arte como una interpretación del mundo. El cuerpo es tiempo, es espacio, gesto, impulso, acción: el cuerpo es reflexión.


*Periodista, actor e investigador de teatro, docente de la Universidad Tecnológica de Pereira.

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